16 Jul Cómo superar una infidelidad para seguir siendo padres.
¿Crees que si tu ex fue infiel no merece volver a ver a tus hijos?
¿Piensas que una persona infiel es una mala persona?
¿Es posible lograr una crianza consciente cuando hay resentimiento y rabia hacia el padre o madre de esos niños?
¿Una mamá o un papá que “pintó el cuerno” tiene la responsabilidad absoluta de la separación?
Podría hacerte un sinfín de preguntas que te permitan un espacio de reflexión. Si realmente te detienes y eres honesta contigo misma, podrás darte cuenta de dos cosas. La primera, una infidelidad no tiene relación con la parentalidad y, la segunda, una infidelidad es un tema de dos ni siquiera de tres, de dos, dos adultos involucrados en la relación de pareja.
Dejemos fuera a los hijos, ellos no tienen absolutamente nada que ver con el comportamiento de sus padres. Hablemos abiertamente de este tema que hoy por hoy carga tabús y desinformación. Además, del daño tan grande que se hace a la familia y, principalmente, a los hijos por la creencia limitante de que una infidelidad merece radicalmente el infierno.
Si bien la infidelidad es un tema del que se habla todos los días y cada vez más, si nos detenemos a pensar no tiene nada que ver con la relación padre e hijo o madre e hijos. Es un episodio meramente que compete a la pareja, al matrimonio, a los adultos involucrados en la relación de pareja.
Una infidelidad es una decisión, una conducta que el adulto decide vivir, un acuerdo no cumplido con la pareja actual, incongruencia, secretos, mentiras, deslealtad, un acuerdo no hablado desde el comienzo, separación, desconexión. Una infidelidad es un comportamiento. Podemos juzgar como bueno o malo, podemos linchar a la persona como leal o desleal, pero recuerda que no deja de ser una conducta, un comportamiento, una decisión. ¿A qué voy?
Una infidelidad no define a una persona, somos humanos y estamos programados con creencias, heridas e historias familiares lo que hace que nos comportemos de una u otra manera, pero, además, somos dos en la relación de pareja ¿qué clase de desconexión existe en la pareja? ¿qué vacío hay en cada uno de los adultos? ¿cómo fue el comienzo de ese matrimonio? ¿tenían acuerdos hablados o solo implícitos? ¿construyeron acuerdos claros y trabajaron en la comunicación? ¿antepusieron y cuidaron el vínculo de pareja? ¿se hablaban con respeto y desde el amor? ¿atendieron los focos rojos dentro del matrimonio o los dejaron pasar? ¿cuidaron y fomentaron la intimidad?
Evidentemente una infidelidad es un acto doloroso, pero también es una conducta que muestra aprendizajes, si se quieren ver, que evidencia y toma radiografía de lo que está sucediendo en el matrimonio o en la pareja. Podemos verlo con drama o podemos verlo con gratitud. A pesar de que uno tomó la decisión de “traicionar” al otro, ambos tomaron decisiones para llegar hasta ese punto. Si no eres capaz de reconocer tu nivel de corresponsabilidad es imposible que comiences un trabajo de perdón y crecimiento.
Vivir el acontecimiento con todas las emociones que conlleva es necesario, idealmente de la mano de un profesional, pero quedarte en el victimismo no te ayudará a ver el regalo que hay detrás de una infidelidad. Principalmente cuando hay hijos de por medio. Los hijos no tienen porque conocer los detalles ni las versiones de sus padres respecto a lo que viven como pareja. Lo que sucede en la pareja debe hablarse entre ellos, con un terapeuta que los acompañe a comprender cual fue la ruta que siguieron para llegar ahí, aprender, reconocer, perdonar, aceptar y transformar la experiencia.
El proyecto de familia no culmina con un acto de infidelidad. ¿Por qué? ¿qué tiene que ver la infidelidad con la responsabilidad de ser madre o padre? ¡nada! Ser padre y ser madre es un trabajo que no termina, vamos cambiando conforme los hijos van creciendo dado que nos necesitan de diferentes maneras, pero ¿por qué creemos que una infidelidad involucra la parentalidad? ¡cuestiónate!
Los humanos nos equivocamos y de los errores aprendemos, los mismo con una infidelidad, se puede aprender y trascender o se puede culpar y quedase en el sufrimiento permanente, ¡tú eliges! Lo que no se vale es comportarse como niños heridos y desde ahí tomar decisiones porque entonces perjudican el desarrollo y la psique de los hijos.
No quiero romantizar la infidelidad, pero tampoco satanizar ni culpar a la persona que tomó esa decisión. Ningún polo es saludable. Lo ideal es la objetividad, analizar, identificar, reconocer y nombrar lo que sucedió en la pareja. ¿Por qué no nos escuchamos? ¿por qué nos enojamos cuando el otro piensa diferente? ¿por qué le damos tan poca importancia a la intimidad y complicidad? ¿por qué si creemos que no nos hace caso nos volteamos sin decir nada? ¿por qué decimos sí cuando no queremos y no cuando sí queremos? ¿por qué complacemos y nos olvidamos de complacernos? ¿por qué le damos más importancia a los hijos que a la pareja? ¿por qué nos olvidamos a nosotras mismas, olvidamos nuestro cuerpo, nuestros sueños y deseos?
Hemos aprendido de manera distorsionada lo que es el amor y las relaciones de pareja y todo lo que se deriva de aquí. Una infidelidad es una oportunidad para revisarme internamente y no para culpar y desangrar al de enfrente. Si actuáramos como adultos, maduros, podríamos aprovechar la infidelidad para trabajar en uno mismo, pero también para ser honestos uno con el otro, cerrar el ciclo y continuar como padres.
La infidelidad no es suficiente para borrar una familia o desaparecer la responsabilidad parental. La infidelidad es una experiencia más en la vida de dos personas que requieren atenderse, para poder continuar con sus vidas. La parentalidad es más fuerte que cualquier acto o conducta porque estás formando y acompañando la vida de otros seres humanos. Tus hijos te necesitan a su lado, presente, congruente y sano, capaz de guiarlos y con la certeza de que cuentan con sus padres. Ellos no tienen por qué cargar con los resultados de las decisiones que tomen sus padres.
Si decides trabajar en ti y trascender la infidelidad podrás entonces ver al padre o madre de tus hijos con compasión, darte cuenta de que tanto tú como él dieron lo que podían en la relación de pareja. Serás capaz de separar lo que sientes de tu responsabilidad como progenitor. Podrás ver que tus hijos no merecen crecer sin uno de sus padres, la familia entera puede florecer, y que la infidelidad fue la gota que derramó el vaso que ninguno de los dos se atrevió a vaciar y a enfrentar.
Trasciende la infidelidad, cierra el ciclo con la pareja, evita contaminar el ambiente y la psique de tus hijos, asume la responsabilidad que a ti te toca, aprende de la experiencia, auto indaga, logra ver en qué te has sido infiel o desleal a ti misma a lo largo de la relación de pareja, date cuenta que una infidelidad habla no solo de la conducta y decisión del otro sino de tu propia separación, quizá desde antes de casarte o quizá durante el matrimonio, quizá hay infidelidades en tu árbol genealógico y es momento de verlo, no juzgarlo y hacer algo distinto.
Tus hijos necesitan crecer con la presencia y el modelo de ambos padres, no dejes que el dolor se convierta en sufrimiento y que el victimismo defina tu vida. Una infidelidad no tiene relación con la parentalidad.
Cuéntame, ¿en qué resuenas? ¿de qué te das cuenta?
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